domingo, 15 de enero de 2012

¿Quién se queda con los embriones congelados en caso de divorcio?

NOTICIAS / EEUU

Cuando una pareja se rompe, una de las decisiones que tienen que tomar es quién se queda con la casa, el coche, la vajilla… En muchas ocasiones se llega a un acuerdo y el asunto es sencillo. En otras tantas ocasiones existen diferencias irreconciliables entre las partes y se pone en manos de un juez que tome la decisión final. Sin embargo, hay casos, como los relativos a la fecundación in vitro,  en los que no existe una legislación y unas normas claras, y que obligan no solo al sistema jurídico, sino a la sociedad en general, a tomar una postura al respecto.
¿Qué hacer en los casos en los que la disputa se trata de quién se queda con los embriones congelados que se guardan para efectuar el tratamiento? Los problemas en este sentido han ido aumentando en los últimos años a la par con el auge de estas técnicas y los embriones congelados se han convertido en un nuevo caballo de batalla para las personas divorciadas. Teniendo en cuenta que a pesar de que los embriones que se generan no son un “hijo”, sí que son producto del óvulo de una parte y del espermatozoide de la otra, es decir, que son “hijos potenciales” de ambos. Por ello, una decisión clave que se ha de tomar es si se destruyen dichos embriones cuando la pareja se ha divorciado, o si las partes podrían tener acceso a ellos una vez separados.
Ni son muchos los casos que se conoce se han llevado a juicio, ni se ha encontrado un criterio general para abordarlos. El periódico The Wall Street Journal trata este tema basándose en las declaraciones de Charles Kindregan, profesor de Derecho de la Universidad de Suffolk en Boston y experto en la ley de reproducción asistida, y hace evidente que las opiniones tanto de jueces, como de abogados, como incluso de los centros de reproducción asistida, son dispares. Kindregan afirma que, en el caso de EEUU, los criterios difieren de estado a estado. En unas ocasiones se le ha permitido a la mujer  usar los embriones sin el consentimiento de su ex marido, por ejemplo en aquellos casos en los que las circunstancias de la mujer indicaban que el uso de los embriones podría ser su última oportunidad para tener un hijo biológico . En otros se ha acordado regirse por el derecho de la persona que no quiere tener el hijo, generalmente el padre, partiendo de que no se le puede hacer padre en contra de su voluntad.
Por su parte, los centro de reproducción asistida han intentado solucionar este conflicto haciendo que las partes decidan en un acuerdo lo que ocurrirá con los embriones congelados en el caso de separación o divorcio, aunque algunos estados, como el de Nueva York, no le otorgan validez a estos acuerdos puesto que parten de que las personas tienen derecho a cambiar de opinión.
Ante tal carencia de normas claras para solventar estos conflictos se hace obvia la necesidad de desarrollar el sistema jurídico para que responda a una nueva realidad. No cabe duda de que la ley tiene que mantenerse al día respecto a las nuevas tecnologías.

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